Si hay algo cierto en el Chile 2.8, ese del perreo, ponceos y tribus urbanas, es la lenta y progresiva extinción del personaje que por décadas fue el sinónimo del hombre 10: el romántico.

Así es. Los amigos de las flores, detalles y citas planificadas con semanas de anticipación van quedando relegados al baúl de los recuerdos, junto con el Atari y Mauricio Israel. El mundo pokemon se ha ido imponiendo como la Coca Cola en la sociedad chilena, que se deja querer por el amor fugaz y las relaciones desechables.

¿Qué pasa con los galanes de antaño, aquellos individuos súper exagerados en teleseries? “Muy aburridos”, dicen las chicas. “Fomes”, dicen otras. “Lateros”, me dice una amiga… en fin… la mano va para una descripción no muy alentadora…

En mi caso personal, me costó saber si pertenecía a esta especie ad portas del fin. Me costó, pero finalmente puedo afirmar que efectivamente estoy a punto de pasar a convertirme en un objeto de museo, aunque no sé si de culto. ¿Cómo me di cuenta? Gracias a una experiencia amorosa (sin grandes resultados):

- Invito a salir a X;

- X me dice OK (¡vamos!);

- Reviso distintos lugares para invitarla, hasta encontrar el café ideal;

- Le aviso a X que nos juntamos en el sitio escogido;

- X se sorprende con mi elección (¡vamos!, 2ª parte);

- Converso con X, un poco embobado (pero intento borrar esa imagen);

- Chistes, piropos e interés en sus temas (de verdad, porque sigo más embobado);

- X me dice que soy muy simpático (¡Vamos!, 3ª parte);

- X me dice que le gustaría juntarse de nuevo conmigo… pero ELLA ME LLAMA (game over);

- Confirmado luego de varios días: GAME OVER.

Sí, era aburrido. Ni flores, ni café, ni un real interés pudo ayudarme a que X me dijera “eres genial”. ¿Por qué a Adam Sandler le sirve y a mí no? Respuesta: estoy en Chile 2.8. Estoy parado en el país de las empanadas con gusto a reggaetón, ese que tiene a programas como “El diario de Eva” y “Pasiones” (enchulado) en la cima… ese que le dice “¡fuera!” a los amantes de los detalles, a los que buscamos (ahora me incluyo) en una flor las palabras que a veces no podemos decir por nuestra cuenta. Soy de los sujetos rechazados por decirle a una mujer lo linda que se ve con su vestido nuevo. De los que son botados porque se quedan hipnotizados con una sonrisa por un chiste no tan cool, pero efectivo. De los que aburren por escuchar los problemas de una polola.

¡Uf! Pocos días me quedan como romanticus chilensis. La evolución darwiniana (en su forma de marketing), me dice que debo prepararme para el adiós. Puede que sí. Pero dicen que también existen chicas dedicadas a salvar a esta especie. No lo sé… todavía.